El
desarrollo sostenible es aquel que satisface las necesidades de la generación
presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para
satisfacerlas; se basa en que la tasa de explotación de un recurso no puede
superar la de renovación, la tasa de emisión de residuos no puede superar la
capacidad de asimilación del ecosistemas y el desarrollo debe procurar un
reparto equitativo y depende de la población mundial del consumo de energía por
persona y la degradación por unidad de recurso.
El
desarrollo sostenible debe evitar impactos en:
· El
suelo, como la desertización producida por deforestación, sobreexplotación de
cultivos y sobrepastoreo.
· El
aire, como la contaminación por partículas en suspensión, N2O, SO2 y O3.
· El
agua, producidos por los vertidos contaminantes que van a parar a los ríos y
mares.
·
Los
organismos, como la pérdida de biodiversidad, para ello se debe proteger los
hábitats naturales, impulsar la reforestación, proteger la especies en
extinción, evitar la pesca intensiva y la caza furtiva y evitar la introducción
de especies no nativas.
Para promover el desarrollo sostenible y evitar estos
impactos en el medio ambiente se deben realizar acuerdos internacionales como:
·
La
carta de la Tierra, en la que los países firmantes se comprometen a colaborar
para la solución global de los problemas ambientales.
·
Agenda
21, que marca los principios para un desarrollo sostenible desde la
perspectiva, ecológica, económica y social
·
Protocolo
kyoto, en la ciudad de Kyoto en 1997 los países industrializados firmaron un
acuerdo para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero que entró en
vigor en 2005.